
Cuentos para poner límites
No dejes que la paloma…
Durante una época, una amiga y yo adoptamos la costumbre de regalarnos libros infantiles en nuestros cumpleaños.
Fue así como descubrí No dejes que la paloma conduzca el autobús, de Mo Willems, que recibió la medalla de honor Caldecott en 2004.
El planteamiento es sencillo: un conductor de autobús debe ausentarse, y prevé que una paloma se acercará a intentar conducir su vehículo… Ante lo cual solicita a quien lee el cuento que se asegure de que la paloma no conduzca el autobús.
Lo enriquecedor es el desarrollo: la forma en que la paloma plantea diversas estrategias para salirse con la suya, y el diálogo que a través de estos sucesivos intentos se genera con la criatura, que deberá mantenerse firme pase lo que pase.
Es probable que en su momento me pareciera muy divertido porque poner límites nunca ha sido una de mis habilidades naturales. En ese sentido, es sin duda un libro excelente para practicar la asertividad.
Sin embargo, ahora que lo he estado leyendo en casa le veo una contrapartida… ¡También enseña muchas estrategias persuasivas para intentar saltarse dichos límites!
Y eso seguramente es lo que hace que mi hijo se ría a carcajadas con esa paloma rebelde; tras encontrarlo en la biblioteca y leerlo juntos allí, no paraba de querer ir a pedirlo en préstamo.
¿Por qué les gusta tanto?
Cuando algo les llama tan poderosamente la atención, creo que merece la pena plantearse qué es lo que les está moviendo y cómo puede estarles ayudando.
Y es que pensándolo desde su perspectiva, en esas fases en las que los niños y las niñas se agotan de escucharnos a las adultas decirles constantemente qué pueden y qué no pueden hacer, puede resultar enormemente liberador colocarse al otro lado. E incluso puede hacer que entiendan cosas muy complicadas de comprender cuando son ellos quienes reciben nuestra negativa.
No dejes que la paloma conduzca el autobús es una ocasión interesante para ayudarles a entender cómo se trazan y se mantienen los límites y por qué: hablar de cómo la paloma se puede poner en peligro (¡y a los demás!) y que su seguridad no es negociable puede ayudar a entender por qué en otros contextos las reglas que afectan a su seguridad también son inamovibles.
No es el único título de la serie que puede resultar útil para aprender el por qué de las normas. Esta terca paloma también se empeña, contra viento y marea, en no darse un baño o en acostarse tarde.
Sin embargo, para señalar juguetonamente la hora de irse a la cama mi cuento preferido es Mi papá, de Coralie Saudo y Kris di Giacomo.
Juega con el mismo recurso: la inversión de papeles. El papá de este cuento se hace el remolón: antes de irse a dormir quiere que le lea el mismo cuento una y otra vez… que le encienda la luz del pasillo para no temer la oscuridad…
La paciencia con la que el niño narrador nos cuenta lo agotador que es intentar acostar a su papá es una forma muy hermosa de ayudar a que los y las peques vean desde el otro lado sus intentos de estirar lo indecible la hora de irse a la cama.
No podemos olvidar que cuando somos muy pequeñas, las personas somos profundamente egocéntricas y no es fácil que entendamos que quien está al otro lado de esa situación puede estar deseando acostarse a su vez.
Cuanto más se encuentren en estas situaciones “a la inversa” más fácil será que puedan entender que las adultas que estamos a su cargo no queremos fastidiarlas, sino cuidarlas. Y estos cuentos son una forma bastante más divertida de explicarlo que el clásico “Es por tu bien”, ¿no os parece?
Etiqueta:asertividad, comunicación, frustración, libros infantiles, límites, normas