
¿Hace falta aprender a criar?
Cuando estamos esperando un bebé, solemos ver los cursos de preparación al parto y la crianza como una más de una lista de obligaciones, como una especie de “trámite” al accedemos para llegar a la meta: el nacimiento.
Compramos o nos regalan lecturas pensadas para ayudarnos en esta etapa, y muchas veces las ojeamos con pereza, pensando en otra cosa.
¿Sirven de algo los cursos para padres?
Tal y como está organizada nuestra sociedad, los bebés tienden a parecer invisibles y accesorios. Nos cuesta entender hasta qué punto en los primeros años de vida vamos a necesitar un apoyo constante, una presencia permanente, y una disponibilidad total.
¿Cuánto tiempo hace que no cuidas de un bebé? ¿Has visto alguna vez un parto? ¿Te incomoda ver a un bebé mamando?
Así, es frecuente que las familias primerizas se repitan “por qué nadie nos había hablado de esto” en los primeros años de vida de su bebé.
El objetivo de quienes realizamos educación parental es asegurarnos que se habla de todo lo que sucede cuando nace una persona, y lo que conlleva para quienes van a cuidar de ella.
Más allá de los pañales y la leche
Cuidar es un trabajo invisible al que llamamos “poco cualificado”, pero que implica conocer muchas técnicas.
Desde el buen agarre al pecho hasta las precauciones para calentar un biberón, desde qué podemos esperar que haga nuestra criatura según en qué momento de su desarrollo está hasta cuáles son los signos de que necesitamos acudir a un profesional. Vas a necesitar dominar todas esas cuestiones prácticas en tu día a día muy pronto.
Pero, además, requiere una determinada disposición mental. Muchas personas nos agarramos al “a mí eso no me va a pasar” cuando vemos a nuestras amistades transformarse en padres y madres… pero lamento comunicarte que el cambio es inevitable. Y eso también hay que trabajarlo: si puede ser antes del nacimiento, mejor.
Habrá cambios en tu vida: por fuera y por dentro. Te preguntarás si quieres repetir tu historia familiar o si quieres cambiarla. Te plantearás si los objetivos, las costumbres y los ritmos que tenías hasta ahora siguen siendo para ti igual de importantes.
Muchos de los cambios no los puedes frenar. Pero sí puedes elegir cómo vas a integrarlos y qué clase de apoyos y aprendizajes vas a necesitar para conseguirlo. En muchos aspectos, tendrás que “desaprender”: olvidarte de lo que pensabas que era normal y adaptarte a lo que es real.
Tendrás que enfrentarte a conflictos: la vida que llevamos antes de criar es muy difícil de sostener cuando empezamos a cuidar. Tomar decisiones, marcar prioridades, asumir riesgos y renunciar son algunas de las habilidades que vas a poner a prueba en los próximos años.
¿Y qué hay de lo bueno?
Muchas personas creemos que, a pesar de todo esto, criar es una de las decisiones que más satisfacción nos ha aportado en la vida.
Pero para disfrutar de la crianza hacen falta paciencia y calma; muchas veces, incluso, autocompasión. Virtudes que solemos tener poco trabajadas. La educación parental ayuda a las familias a desarrollar todas esas capacidades que tenemos “oxidadas”: la inteligencia emocional, la comunicación asertiva, la capacidad de negociación…
Y para criar hace falta toda una tribu, como asegura el famoso proverbio. Ese es otro de los papeles que juegan los cursos para madres y padres: ayudan a crear una red.
Durante todo este proceso de cambio lo habitual es tener dudas, inseguridades, miedos. Es mucho más fácil afrontar todo eso sabiendo que no estamos solos, ni somos los únicos. Que es parte del proceso y que saldremos de él siendo distintos, en parte, pero también reforzando las personas que elegimos ser.
Puedes sacar lo mejor de ti de cara a criar a tu bebé, y puedes hacerlo con apoyo para que sea más fácil. ¿No crees que merece la pena intentarlo?